VERDADERO Y FALSO ECUMENISMO

Charles Whitehead

El compromiso de trabajar por la unidad de todos los cristianos es una llamada especial para muchos de nosotros en la RCC. Nuestra experiencia compartida del Bautismo en el Espíritu Santo ha construido un puente entre nosotros y muchos de nuestros hermanos y hermanas protestantes y Pentecostales. En "Ut Unum Sint" (la Encíclica del Papa Juan Pablo II sobre el compromiso al ecumenismo) se nos recuerda claramente que "con el Concilio Vaticano II la Iglesia católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la acción ecuménica" (sección 3).

El Concilio había expresado claramente la decisión de la Iglesia de emprender la tarea ecuménica de trabajar por la unidad cristiana, y exhortó a todos los fieles católicos a participar activamente en este trabajo. El ecumenismo se vuelve a mencionar en muchos de los escritos de Juan Pablo II a la Iglesia, de manera que no puede haber ninguna duda de que este tema debe seguir siendo uno de nuestros compromisos principales. "Entre las peticiones más fervientes que la Iglesia hace al Señor... al acercarse el nuevo milenio, es que la unidad entre todos los cristianos de las diversas confesiones aumente hasta que alcancen la comunión plena" (Navo Millennio Ineunte, sección 16).

Es el camino hacia la comunión total, el Papa Juan Pablo II enfatizó en "Ut Unum Sint" la importancia de orar, debatir, cooperar y dar testimonio junto con aquellos de otras comunidades eclesiales. Pero al mismo tiempo necesitamos estar alerta de los peligros de un ecumenismo falso, que pretende que realmente no existe ninguna diferencia entre nosotros. De modo que en esta breve enseñanza, quiero ofrecer 10 principios simples que nos guíen en nuestro importante trabajo ecuménico, y para asegurarnos de poder evitar los peligros de un enfoque falso del ecumenismo.

1. ACEPTARSE UNOS A OTROS COMO HERMANOS Y HERMANAS:

La Iglesia nos recuerda que por medio de nuestro bautismo, compartido por las otras iglesias, ya estamos en relación, y necesitamos reconocer esto. El reto para nosotros es construir y proteger las relaciones con nuestros hermanos en Cristo. Debemos desterrar los viejos estereotipos y dejar de criticarnos unos a otros.

2. COMPRENDER QUE EXISTEN DIFERENCIAS IMPORTANTES ENTRE NOSOTROS:

No podemos pretender que no existen diferencias muy importantes, o que no importan. Debemos ser honrados y veraces. También debemos reconocer que existen muchas diferencias entre nuestros hermanos protestantes y Pentecostales, estamos tratando con una amplia gama de creencias y prácticas.

3. SER FIELES A QUIEN Y QUE NOSOTROS SOMOS:

Necesitamos saber por qué somos católicos, lo que creemos, y ser fieles a eso. Aún cuando aceptamos que todos aquellos justificados por la fe e incorporados a Cristo por el bautismo han de ser debidamente considerados como hermanos en Cristo, creemos que la Iglesia de Jesucristo perdura en su plenitud en la Iglesia Católica.

4. RECORDAR QUE NOS UNEN MAS COSAS DE LAS QUE NOS SEPARAN:

Comenzar por concentrarnos en aquellas cosas en las que estamos de acuerdo, ¡existen tantas! A veces el problema es que tenemos una manera distinta de decir las mismas cosas, concentrémonos en lo que se quiere decir mas que en cómo se expresa.

5. AMARSE UNOS A OTROS: EL SIGNO DEL VERDADERO CRISTIANISMO:

No avanzaremos nada sin amor, porque sólo en el amor podemos buscar juntos la verdad.

6. ESCUCHARSE UNOS A OTROS:

Ninguna relación crecerá a menos que ambas partes estén dispuestas a escuchar. Escuchar demuestra respeto, y nos ayuda a comprender por qué otros tienen distintas creencias. No tenemos que estar de acuerdo con ellos, pero es importante que comprendamos.

7. ARREPENTIRSE POR EL ESCANDALO DE NUESTRAS DIVISIONES:

Examinar nuestros corazones, reconocer nuestras faltas y buscar el perdón del Señor y de unos con otros presenta un profundo desafío para todos nosotros (Ut Unum Sint sección 82).

8. RECONOCER QUE EXISTE UN PRECIO A PAGAR:

Existirán muchas dificultades y malentendidos en el camino. En algunos momentos será muy doloroso y nos sentiremos con ganas de darnos la vuelta. Debemos darnos cuenta de que existe un precio a pagar.

9. HACER JUNTOS LO MAS QUE PODAMOS:

Estamos llamados a "toda forma posible de cooperación práctica a todos los niveles: pastoral, cultural y social, así como a dar testimonio del mensaje del Evangelio" (Ut Unum Sint sección 40).

10. FINALMENTE, NO OLVIDAR NUNCA QUE JESÚS Y EL PADRE QUIEREN LA UNIDAD Y QUE ES UNA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO:

De modo que debemos orar como si todo dependiera de Dios, mientras que trabajamos juntos como si todo dependiera de nosotros.

En todo esto, la oración sigue siendo la actividad más importante. Mientras oramos juntos, nuestro respeto mutuo crece, como lo hace nuestra preocupación por la unidad. De ello fluirá la verdadera cooperación ecuménica en las áreas para promover los valores del Evangelio, hacer frente a las necesidades, refutar la injusticia, y demostrar el mutuo respeto con una disposición a escuchar y a dialogar. Entonces el testimonio que demos hablará fuertemente a la sociedad en la que vivimos, y empezará a responder a la oración de Jesús en Juan 17, 21: "Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado".

(Boletín ICCRS, mayo-junio 2005)