SERVID AL SEÑOR CON TODA EL ALMA

P. Manolo TERCERO CANCHO O.F.M.

La animación de los servidores en una comunidad es uno de los aspectos más necesarios de su ministerio.

Partamos de una idea precisa: la comunidad no es sólo un don que Dios me ha dado, sino también un encargo del mismo Señor, una misión, una tarea de la que se me pedirá cuenta; como encargado, debo contribuir con todas mis fuerzas a su crecimiento. Y es que la comunidad cristiana, como signo del Amor de Dios presente en el mundo, por una parte es gracia del Señor, milagro del Espíritu en la tierra; pero por ser amor, es también mandato del Señor.

Bastaría abrir las Cartas más pastorales de San Pablo. Ordena las comunidades, las anima a creer multiformemente hasta llegar a la madurez de Cristo, mediante la verdad y el amor.

Esto, además, se comprende lógicamente. La comunidad nunca puede ser algo estático, inerte, porque está formada de personas. Las personas siempre suponen vida y la comunidad que forman debe ser viviente. Y su vida no se fundamenta ni en un orden establecido previamente ni en una organización: su vida se apoya en el amor. Pero no en una lírica del amor, sino en un amor que se ordena, que necesita corrección, ministerios específicos, carismas propios.

Ésta es la riquísima imagen que nos transmite el Nuevo Testamento de las comunidades cristianas; una imagen viva, hecha de luces y sombras; resplandeciente por los dones carismáticos del Espíritu, pero marcada también con el pecado del hombre.

La comunidad es, pues, un don y una tarea. Es muy importante que los servidores asumamos responsablemente este deber que el Señor nos ha encomendado, que asumamos con gratitud el regalo que Dios nos ha hecho de nuestra y su comunidad concreta; regalo que siempre supone un deber grave.

Pensad que vuestra comunidad os la ha recomendado el Señor. Y al decir el Señor, tened en vuestra mente y en vuestro corazón al Hijo del Hombre del Apocalipsis. Dios ha puesto en vuestras manos las almas de vuestros hermanos. Esto es muy serio, porque la comunidad no os pertenece: es del Señor, de Aquél que juzga a los vivos y a los muertos, y os tomará cuentas del alma de vuestros hermanos.

La comunidad como compromiso, no dramatizo; simplemente digo a los servidores: poneos ante el regalo que Dios ha hecho, regalo que supone grave responsabilidad ante el Dador del mismo.

Y me parece necesario decir ya a estas alturas de la historia -aunque sea corta- que la Renovación, que al pensar en la Comunidad (aunque sigamos hablando de "grupo"), no lo entendamos en sentido superficial, como que lo mismo voy, que no; o que no adquiero ningún compromiso y puedo faltar cuando me venga mal... Es preciso aquilatar criterios y establecer que pertenezco a una comunidad cristiana y no sólo a un grupo de "oración" y no sobre el término "grupo". ¿Realmente os preocupa con seriedad vuestra comunidad? ¿Os interesa su crecimiento, que significa que los hermanos van siendo fieles al Evangelio de Cristo? O, por el contrario, ¿sólo valoráis el que "salga bien" la oración, que no falten y cosas por el estilo?

Vamos a profundizar en algunos elementos que configuran la animación espiritual, el ministerio de los servidores que trabajan con el Señor para hacer crecer ( =autoridad) a los hermanos según la voluntad de Dios.

Ponemos nuestros ojos en el modelo de toda comunidad que encontramos como un sumario en los Hechos de los Apóstoles, referido al primer grupo de creyentes de Jerusalén. Se dice de aquel grupo que:

- era fiel a la enseñanza de los apóstoles,

- todo lo tenían en común,

- era fiel a la fracción del pan,

- era fiel a la oración común.

Cuatro elementos que están en la base, estructuran y animan todo comunidad creyente.
I. Fieles a la enseñanza (=Palabra) de los apóstoles

Un elemento de capital importancia y que los servidores deben cuidar: la enseñanza, la atención a la Palabra, su explicación y aplicación a la vida. Y es que la comunidad (¡cómo se olvida esto!), pertenece al Señor. Por eso, lo decisivo del grupo no es lo que cada uno piensa, sino lo que piensa el Señor. Es siempre obediencia al Señor. La comunidad cristiana se organiza siempre a partir de la Palabra.

Pensad en vuestra reunión de servidores preparatoria a la oración... tomáis resoluciones, aclaráis problemas, os decís lo que pensáis con confianza... pero hay que preguntar también y más profundamente si sabemos el pensamiento que Jesús tiene sobre el asunto. Naturalmente no nos manda un angelito... pero la pregunta es decisiva, porque se trata siempre del Señor y la última palabra la tiene siempre Él, ¡Y debe tenerla siempre en una comunidad cristiana!

Así, pues, la escucha de la Palabra es el primer elemento en la animación espiritual. Necesidad de que la Palabra circule más por el grupo... que el servidor sea asiduo a su lectura, a su saboreo y, ojalá, también a su estudio correcto... "El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo" (San Jerónimo). Importante para la misma oración... ¡para tener criterios de actuación! Estoy convencido de que el contacto asiduo con la Palabra poco a poco va trasformando al hombre. Y eso es normal, El hombre que no gusta del Mensaje de Dios es que ya no tiene sensibilidad espiritual. Y hasta la oración va degenerando en un subjetivismo piadoso y en un darse vueltas a sí mismo.

2. Todo lo tenían en común. La mutua unión. La comunión.

Esta comunión o vida en común tiene diversos niveles, pero el nivel primordial es el del amor. Y hablando con términos paulinos: "tener entrañas de misericordia" que se traduce y manifiesta en una actitud de entrega a los demás:

La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta, , , (1 Cor 13, 4-7).

Y esta comunión supone también una comunicación de bienes. Tener un sentido comunitario en la fe, supone tener un sentido profundo de cierta comunicación de bienes, aunque no podemos ahora hacer casuística... Pero en general este sentido es contrario a la apropiación. Por supuesto, "bienes materiales" lo mismo que "bienes espirituales". ¡Qué falta está haciendo este tipo de amor con obras y de verdad en nuestra Iglesia!

Bienes espirituales... ¿Rezáis los servidores por los hermanos -por cada uno en particular- del grupo? El servicio de intercesión es deber primordial de los servidores... y también el acompañamiento espiritual a través de la amistad, de la preocupación por su vida... Es estar abiertos a los otros, acercarme, animar, hacer mío su problema... esto supone una actitud profunda de amor, de entrañas de misericordia.

Y otro tipo de comunión: excusar siempre al hermano, no hablar nunca mal de él... ¡¡¡no murmurar!!! En toda la tradición bíblica y espiritual la murmuración aparece como uno de los pecados capitales... Así, pues, servidores: entrega humilde (sin margen de mesías salvador, ¿eh?), atenta al otro, a su sufrimiento, a sus problemas, porque al fin y al cabo todos somos parecidos, y no hay nadie sin necesidad de cariño, de aprecio, de que cuenten con él y de que le echen en falta.

Todo esto supone una base humana importantísima: la capacidad de percibir al otro como otro. Es sorprendente la dificultad que el hombre tiene de salir de sí mismo y de encontrarse con el otro como el otro es. En el fondo todas las dificultades de diálogo no son más que esto.

De otra manera, se trata de la capacidad de salir de uno mismo para escuchar. Esto es muy difícil. A mí, al menos, me cuesta mucho. Ver al otro, eso es el mínimo. E inmediatamente se traduce en la capacidad de ver al otro en su propia realidad, en la aceptación.

Pero a la vez supone la capacidad de que yo vaya al otro desde mí mismo. Y en esto también hay que decir que el hombre es tremendamente limitado para ir al otro desde sí mismo. Normalmente no nos acercamos al otro desde nosotros mismos, sino desde una imagen de nosotros mismos que proyectamos; porque en el fondo tenemos miedo al juicio de los demás, y entonces, en lugar de los demás, y entonces, en lugar de presentarnos como somos, nos presentamos en una Imagen.

Aquí están en juego las raíces mismas de la vida humana.

Habría que tener un poco el valor de mirar el propio corazón, y ver cómo nos situamos ante los otros, qué actitudes vitales tenemos, qué movimientos inconscientes se suscitan...

3. Frecuentes en la fracción del pan

Este es otro elemento que estructura y anima la Comunidad: la Eucaristía, la fracción del Pan. De esto tendríamos que hacer otra enseñanza monográfica. Sólo diremos aquí que la Eucaristía, es el lugar privilegiado, el centro de crecimiento de la Comunidad como Cuerpo de Cristo. No voy a insistir en esto, porque todo lo que se diga es poco; pero quizás sí convendría hacerse unas cuantas preguntas: ¿en qué medida la misa diaria es valorada en su dimensión comunitaria y no simplemente de riqueza personal? Y cuando tenemos ocasión de celebrarla con el grupo, ¿la hacemos centro, momento privilegiado de crecimiento del mismo grupo?

El cuarto punto que dan los Hechos de los Apóstoles es la oración común. No digo nada porque este es el punto más genuino de la mística de la mística de la Renovación. Si uno acostumbra a faltar a la asamblea semanal de oración, difícilmente podrá considerarse perteneciente al grupo.

Quiero añadir algo. En primer lugar, que hay otro tipo de reuniones para ayudar a la comunidad a crecer. Este tipo de reuniones son el sacramento, la concreción, el lugar donde la Comunidad toma conciencia de sí misma y se manifiesta como testimonio de unidad ante los demás: acontecimientos tristes o alegres de la vida de los hermanos (sacramentos, muertes, cumpleaños...) que conllevan bien, reuniones festivas incluso de banquetes, salidas al campo, excursiones; bien de compañía, cercanía y consuelo.

Por último, otros elementos que señala el Nuevo Testamento:

- la corrección fraterna: importantísima en la vida de comunidad hecha por pecadores, y dificilísima y delicadísima en su práctica, ya que se presta muchas veces a ser simplemente un tubo de escape de la agresividad...

- el acompañamiento espiritual. Acompañar en la fe, confrontar, tener un hermano o hermana que nos ayude a discernir el momento preciso que atravesamos para que podamos andar siempre en verdad...

Naturalmente, lo decisivo en todo esto no es qué cosas tiene que hacer un servidor según un estatuto preciso. Lo decisivo es que asumamos responsablemente, como regalo y misión del Señor, el pertenecer a una Comunidad y, por lo tanto, intentar caminar juntos en el seguimiento de Jesús.

En alabanza de Cristo. Amén.

(Nuevo Pentecostés, n. 62