LA CORRECCIÓN FRATERNA

Para ella, solamente hay una ley: EL AMOR.

A esto se refería San Agustín diciendo:


"AMA y HAZ LO QUE QUIERAS.

SI TE CALLAS, CÁLLATE POR AMOR.

SI HABLAS, HABLA POR AMOR.

SI CORRIGES, CORRIGE POR AMOR.

SI PERDONAS, PERDONA POR AMOR.

MANTÉN EN EL FONDO DE TU CORAZÓN LA RAÍZ DEL AMOR.

DE ESTA RAÍZ NO PUEDE NACER MÁS QUE EL BIEN".

La comprensión y aceptación de los defectos de los demás no significa que tengamos en nosotros una actitud pasiva. El estar siempre dispuesto a perdonar no puede suponer una actitud de silencio ante los fallos de los demás.

Lo cómodo es decir: " ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?" y DESENTENDERSE...



Mejor que complicarnos la vida yendo al hermano y hablándole claramente, preferimos hablar a su espalda o hacer continuas alusiones veladas, para que el otro las capte. Las clásicas "indirectas"... "¡para que lo coja!"...



O bien, en un momento dado en que me han pisado el callo, reacciono como con un exabrupto, una palabra violenta.



Esta es la reacción normal ante los defectos y fallos del hermano; la que surge de la carne y de la sangre, no la que surge del amor.



El PASOTISMO no nace del amor, sino de la indiferencia, de la cobardía, del deseo de no complicarnos la vida.

Nuestros mejores amigos son aquellos que nos ayudan a corregir nuestros defectos, y no solo los pequeños defectos, sino sobre todo aquellos que nos hacen verdadero daño.



"Érase una vez un rabino a quien la gente tenía por un hombre de Dios. No pasaba un día en el que no acudiera a su puerta una multitud de personas en busca de consejo, de curación o de una simple bendición de aquel santo varón. y cada vez que el rabino hablaba, la gente le escuchaba absorta, como bebiendo cada una de sus palabras.



Pero había entre sus oyentes un desagradable individuo que no perdía ocasión de contradecir al Maestro. Había observado los puntos débiles del rabino y le decía sus defectos, para consternación de los discípulos, que empezaron a mirarle como si fuera la encarnación del diablo.



Un día, el "diablo" cayó enfermo y, al poco tiempo, falleció y todo el mundo respiró aliviado. Externamente reflejaban la debida compunción, pero en sus corazones estaban contentos, porque las inspiradas palabras del Maestro ya no serían interrumpidas, ni sus soflamas serían criticadas por tan irrespetuoso hereje.



Por eso la gente estaba sorprendida el ver el Maestro auténticamente compungido durante el funeral. Cuando, más tarde, un discípulo le preguntó si estaba entristecido por la condenación eterna del difunto, él respondió: "No, en absoluto. ¿Por qué iba a entristecerme por nuestro amigo, si sé que está en el cielo? Por quien estaba afligido era por mí mismo. Ese hombre era el único amigo que tenía. Estoy rodeado de personas que me veneren, pero él era el único que hablaba en mi contra. Y ME TEMO QUE, DESAPARECIDO ÉL, VOY A DEJAR DE CRECER". Dicho lo cual, el Maestro rompió a llorar.



El que no corrige a su prójimo se hace cómplice de sus pecados. Es una doctrina muy dura, pero que encontramos expuesta con toda claridad en la Sagrada Escritura. (Lev. 19, 17 y Ezequiel 33).



Pero la corrección fraterna puede ser un arma de dos filos, que requiere un especial discernimiento. Sobre todo habremos de discernir las MOTIVACIONES REALES que me mueven a corregir a un hermano. Tratar de detectar en mí posibles motivaciones no válidas.



LA ÚNICA MOTIVACIÓN VÁLIDA ES EL AMOR, el deseo de liberar a mi hermano de algo que le perjudica, de ayudarle a cumplir la voluntad de Dios, que es fuente de felicidad.



¿ Siento amor por el hermano a quien voy a corregir?

O se trata de una persona que me pone especialmente nervioso?



Muchas veces reprendo solo porque me molesta la conducta de esa persona y en el fondo no busco su bien, sino el mío propio.



Otras veces, mi corrección puede nacer de la ENVIDIA que siento por esa persona. El descubrir alguno de sus defectos me da alegría. Le veo habitualmente tan perfecto, tan seguro de sí mismo, tan irreprochable, que cuando descubro un defecto me apresuro a restregárselo. "¡Ahora te vas a enterar! "



O quizá me mueve el deseo de VENGANZA o el RESENTIMIENTO. Fulano me ha corregido a mí otras veces y ahora tengo la ocasión de desquitarme, de decir:"¡PUES ANDA QUE TÚ!..." Sobresale el deseo de sacarme la espina...



Otra motivación torcida puede ser EL DESEO DE QUEDAR POR ENCIMA, convirtiéndome en "el que pone los puntos sobre las íes". De todo ello se puede derivar un cierto regustillo malsano.



¿QUÉ COSAS HAY QUE CORREGIR?



Si ha de ser efectiva la corrección fraterna no debe utilizarse con mucha frecuencia, no debe utilizarse con mucha frecuencia. Conviene reservarla para casos importantes.

Hay personas que tienen como una necesidad de reprochar, y esto es muy distinto...



No debemos fijarnos en minucias, ni ser gruñones o perfeccionistas.

A veces, reprendemos a los demás simplemente porque hacen las cosas de un modo diferente a como lo haríamos nosotros.

Hay que admitir que hay muchas formas de hacer las cosas... todas ellas válidas...



No se debe corregir de varias cosas a la vez.

Hay que vencer la tentación de aprovecharnos de la circunstancia y querer "matar varios pájaros de un tiro"... y hacer un repaso general a la persona corregida...



Conviene CITAR HECHOS CONCRETOS y no meramente nuestras "impresiones"...

Habría que dar los datos, tal día, a tal hora...



Debemos tener en cuenta que es muy fácil señalar los defectos y no lo es tanto PROPONER SOLUCIONES creativas, y mucho menos el COMPROMETERNOS NOSOTROS A AYUDAR AL HERMANO, con todo nuestro ser, nuestro tiempo, nuestra dedicación y nuestra simpatía...



Recordemos que el Señor no vino a "juzgar", sino a "SALVAR".

¿EN QUÉ MOMENTOS HAY QUE HACER LA CORRECCIÓN?

NUNCA BAJO UN SENTIMIENTO NEGATIVO: cólera, impaciencia, ansiedad, tristeza, ira...

La corrección fraterna. no es un desahogo emocional.

Por eso, hay que esperar siempre a estar sereno.

El consejo de" consultar a la almohada" o" contar hasta cien" es aquí especialmente útil.

Pero el cristiano no se limita a consultar con la almohada, CONSULTA CON EL SEÑOR.

La corrección fraterna. debe hacerse EN CLIMA DE ORACIÓN.

Cuanto más difícil nos resulte hablar, o cuanto más temor tengamos a los posibles efectos negativos, tanta más oración debemos hacer por el hermano y por nosotros mismos.

Esto me ayudará para analizar mis motivaciones.



La oración también debe fortalecerme para asumir las posibles consecuencias negativas que tenga mi intervención.

Debo prepararme a ser rechazado, a ser incomprendido. Debo tener la mansedumbre necesaria para aguantar una posible reacción airada sin turbarme o responder yo, a mi vez, con agresividad o con deseo de venganza...



¿CÓMO HAY QUE CORREGIR?

" A LA CARA " (Prov. 10,10)

Di las cosas claramente, sin subterfugios.

Evita las indirectas. Gila: "Alguien ha matado a alguien y se está poniendo colorado"...

Con MANSEDUMBRE.

"Hermanos, aún cuando uno incurra en falta, vosotros los espirituales corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate a ti mismo, pues tú también puedes ser tentado". (Gal. 6, 1)



Hay que escoger con cuidado nuestras expresiones, evitando todo lo que puedaser hiriente, tanto en el LENGUAJE como en el TONO.



"La voz amable aumenta los amigos" (Eclo. 6,5)



"Nada de brusquedad, coraje, cólera, voces o insultos; desterrad ésto y toda malevolencia" (Eclo. 4, 31 )



Con AMOR.

" No le mires como enemigo,

sino amonéstale como hermano" (2 Tes.)



Es importante que la persona corregida no se sienta rechazada.



¿ Le he dado suficientes pruebas de mi amor?

¿ SE SIENTE QUERIDO Y APRECIADO POR Mí?

En realidad, sólo nos dejamos reprender por aquellas personas que nos aprecian con ese amor que "no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, se alegra con la verdad..."



¿QUIÉN DEBE CORREGIR?



Si la cosa NO ES PÚBLICA, ante todo tiene que corregir la persona que se ha enterado del defecto o pecado del hermano.



Sólo él tiene que enfrentarse con esta responsabilidad.

Ni siquiera tiene derecho a contárselo a una persona de más autoridad, porque lo estaría divulgando.



Cuando la cosa YA ES PÚBLICA, o al menos hay varios que están enterados, cabe preguntarse: CUÁL DE ELLOS ES EL MÁS INDICADO para hacerlo.



¿A quién escuchará más fácilmente?

¿ Con quién tiene una relación de mayor cariño y confianza? ¿Quién tiene mayor TACTO para curar la herida sin dolor? No todo el mundo sabe curar igual.



Este DON PARA CORREGIR es uno de los carismas del Espíritu que tienen algunas personas. Es un don de palabra, un tacto suave, un trato de CARIÑO que hace la corrección menos dolorosa, dando por supuesto que DE MOMENTO, "ninguna corrección es agradable, sino penosa, pero luego produce fruto apacible a los ejercitados en ella". (Heb. 12, 11 )

Solo las personas VERDADERAMENTE MADURAS pueden corregir con fruto, y para alcanzar esta madurez debemos ser personas de oración.

Además, antes de corregir HAY QUE TENER TODOS LOS DATOS.

Aprovecha un momento oportuno en el que, no sólo tú estés sereno, sino también el hermano a quien vas a corregir. QUE NO LE LLUEVA SOBRE MOJADO, que no le caiga encima como una losa en un momento en que esté especialmente abrumado o desanimado...



Elige UN MOMENTO SIN PRISAS, en el que quede tiempo abundante para clarificar todos los detalles, para dialogar con paz, para que el otro pueda abrir su corazón y desahogarse...



En todo caso, el que corrige DEBE SER UNO SOLO.



La corrección fraterna. debe hacerse SIEMPRE EN PRIVADO.



"Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele A SOLAS, TÚ CON ÉL. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo el asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos..." (Mt. 18,19).



Este texto da por supuesto que se trata de pecados graves que causan escándalo a la comunidad.



Que el Señor nos regale su Espíritu para poder corregir adecuadamente y también para recibir la corrección con humildad. Amen