JESUS VIVE HOY, Y ACTUA.

Soy industrial y tengo una pequeña empresa familiar.

Hacía años que estaba en una situación mala y deprimente; a pesar de mis esfuerzos en buscar una solución, cada vez se iba complicando más y más y se hacía muy difícil encontrar una solución financiera a esa situación empresarial, hasta el extremo que varios expertos analistas financieros coincidieron que era inviable la actividad e inevitable su cierre, con todas las consecuencias negativas, que ello implicaría a mi familia.

En esos días, me encontré casualmente y después de muchos años sin vernos, con una vieja amistad; como me merecía total confianza y además su profesión era la de contable, le expuse el problema a fin de recibir alguna orientación. Me comentó que se había jubilado y que ahora se dedicaba por completo a una actividad espiritual; por ello me indicaba que la única solución estaba únicamente en Dios, ya que Él dirige todos los hilos de la historia. A continuación me invitó asistir y a participar en la Comunidad católica en donde mi amigo estaba.

Por simple cumplido y en atención a ese amigo, fui asistiendo con escepticismo a la Comunidad Cató1ica de Siervos de Cristo Vivo, con sede en Castellón. Me llamaba la atención cuando afirmaban que las oraciones de hermanos en comunidad son atendidas por Dios en forma especial y que, además, para Dios no hay nada imposible y siempre cumple su Palabra. Esas palabras me sonaban simplemente bellas y dichas con la mejor buena intención humana para darme serenidad. Así transcurrieron largos meses y el problema seguía agravándose sin perspectivas de solución.

Por fin, de manera inesperada e incomprensible, se me ofreció una fórmula de refinanciación crediticia y varias semanas después se formalizaba la operación de forma satisfactoria, no sin antes superar obstáculos y resistencias de algunos. Ahora, después del transcurso de más de un año, además se ha desarrollado sorpresivamente la viabilidad de la actividad, con un radical cambio positivo después de muchos años que andaba en signo negativo.

Inmediatamente el amigo afirmó que el milagro se había realizado, era obra de Dios por la intercesión de personas que, incluso, no me conocían. Ante la evidencia tenía que aceptar que Dios había puesto su mano. Pero yo consideraba parcial ese milagro porque faltaba, de mi parte, un acercamiento a esa nueva vida de espiritualidad, conforme la vivía esa Comunidad Cató1ica de Siervos de Cristo Vivo.

Debo confesar, que, desde un principio, esa denominación me parecía demasiado llamativa o extravagante, pero ahora me propuse conseguir una comprensión razonable porque me consideraba obligado, de todas maneras, en cumplir públicamente mis votos de acción de gracias y de alabanza a Dios.

Mi asistencia a los actos, celebraciones y enseñanzas de la Comunidad fue asidua, pero siempre de forma expectante y reflexiva, pues partía de una antigua formación religiosa totalmente individualista y de un Evangelio hecho a la medida de cada persona y de cada situación. En general, era un cristianismo practicante de ritos, ceremonias y oraciones de formulismo e incluso de prácticas caritativas, pero siempre dentro del círculo de la propia comodidad y conveniencia particular.

Con esa mentalidad resultaba muy difícil entender esa nueva vida y ver las diferencias sin antes no recibir y aceptar una iluminación del Espíritu Santo. Pues sí, esa nueva espiritualidad significaba una fidelidad al misterio de la Santísima Trinidad. Nuestra filiación divina y morada en nosotros de la Santa Trinidad son unas realidades para ser vividas en común unión, es decir, en comunidad necesariamente.

Ahora he entendido que la diferencia es simple y sencilla pero muy profunda. Jesús nos enseñó a orar en plural, diciendo "Padre nuestro" y las siete peticiones de esa oración van siempre con esa expresión: "danos". Nunca decimos: "Padre mío" o "dame". Así la oración obtiene el máximo poder y de intensidad incalculable; cuando oramos en grupo, cuando oramos unos por otros, cuando oramos en comunidad por todo el mundo, Dios se manifiesta en Cristo Resucitado y Vivo; para Él nada hay imposible. Por el contrario, en las practicas antiguas, aunque se haya orado fervorosamente pero siempre en forma individualista, no se experimenta nada de nada y de forma inconsciente se considera a un Dios muerto, inoperante.

En resumen, ahora puedo considerarme un cristiano principiante pero con una nueva mentalidad y vivencia; estoy todavía muy lejos de llegar a un desarrollo pleno pero deseo seguir hacia esa meta aunque la vea todavía muy distante.

Dios hizo un gran milagro en mi empresa, pero el mayor milagro lo ha realizado en mi vida. Doy gracias a Dios y deseo proclamarlo en todas partes para Su gloria y alabanza.

Dichoso el hombre que se sienta en la reunión de los que han puesto su confianza en Dios. Amen
Un candidato a la Comunidad Católica de Siervos de Cristo Vivo.